jueves, 19 de noviembre de 2015

El Campo de Concentracion, La Isla de Guasina

Catala (1969) hace referencia a las torturas y condiciones de vida en la Guasina.

Entre los diversos instrumentos de opresión empleados por la dictadura para atemorizar a la ciudadanía y sofocar el levantado espíritu de lucha del pueblo, ninguna mas bestial ni designo más dramático que el campo de concentración de Guasina, ese antro horroroso donde hoy día padecen injusta reclusión centenares de compatriotas.

Situada en pleno Delta del Orinoco, en el corazón de la selva venezolana, bañada por los caños Boca Grande al Norte y Sacupana del Remanso al Sur, la isla de Guasina es, quizá, uno de los lugares de la tierra hostiles a la vida humana. Ubicada a muy pocos metros del altura sobre el nivel normal del Orinoco, su territorio -desprovisto en absoluto de las necesarias defensas- es casi completamente inundado por las aguas desbordadas del rio cada vez que este crece, las cuales, al volver a su cauce, lo hacen dejando toda el área convertida en una gigantesca ciénaga, en un inmenso criadero de larvas. El clima es canicular, oscilando de continuo entre los 38­º y 40º C, a la sombra. Las vías de comunicación casi no existen, pues el único medio de contacto con el exterior lo constituyen las contadas barcazas que muy de vez en vez suelen recalar en sus costas. Las endemias, epidemias y enfermedades en general, son allí un azote permanentemente para el hombre.

A éste respecto es definitivo el informe que, en 1943, rindiera al Gobierno Nacional el Dr. Arnoldo Gabaldón. El eminente científico venezolano encontró en Guasina -entre otras amenazas para la vida- mosquitos transmisores del paludismo, amibas histolíticas productoras de la disentería amibiana, tifus, etc. Existe, además, una mosca denominada vulgarmente "golofa”, cuya dolorosisíma picadura ocasiona úlceras e hinchazón general del cuerpo. A esto habría que agregar la gran cantidad de animales ponzoñozos que pululan en la isla, tales como serpientes cascabel, rayas y tembladores, jejenes, pulgas e insectos de todas clases, incluido el terrible "chipo" o "chupón" (Rodnius Prolixus) agente transmisor de la tripanomiasis, el hasta ahora incurable mal de Chagas. (Catala, 1969, p. 113 - 114)



 Catala J. (1969).  La Denuncia, crímenes y torturas en el régimen de Marcos Pérez Jiménez. Caracas, Venezuela.

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