Catala (1969) hace referencia a las torturas y
condiciones de vida en la Guasina.
Entre los diversos instrumentos de opresión empleados
por la dictadura para atemorizar a la ciudadanía y sofocar el levantado
espíritu de lucha del pueblo, ninguna mas bestial ni designo más dramático que
el campo de concentración de Guasina, ese antro horroroso donde hoy día padecen
injusta reclusión centenares de compatriotas.
Situada en pleno Delta del Orinoco, en el corazón de
la selva venezolana, bañada por los caños Boca Grande al Norte y Sacupana del
Remanso al Sur, la isla de Guasina es, quizá, uno de los lugares de la tierra
hostiles a la vida humana. Ubicada a muy pocos metros del altura sobre el nivel
normal del Orinoco, su territorio -desprovisto en absoluto de las necesarias
defensas- es casi completamente inundado por las aguas desbordadas del rio cada
vez que este crece, las cuales, al volver a su cauce, lo hacen dejando toda el
área convertida en una gigantesca ciénaga, en un inmenso criadero de larvas. El
clima es canicular, oscilando de continuo entre los 38º y 40º C, a la
sombra. Las vías de comunicación casi no existen, pues el único medio de
contacto con el exterior lo constituyen las contadas barcazas que muy de vez en
vez suelen recalar en sus costas. Las endemias, epidemias y enfermedades en
general, son allí un azote permanentemente para el hombre.
A éste respecto es definitivo el
informe que, en 1943, rindiera al Gobierno Nacional el Dr. Arnoldo Gabaldón. El
eminente científico venezolano encontró en Guasina -entre otras amenazas para
la vida- mosquitos transmisores del paludismo, amibas histolíticas productoras
de la disentería amibiana, tifus, etc. Existe, además, una mosca denominada
vulgarmente "golofa”, cuya dolorosisíma picadura ocasiona úlceras e
hinchazón general del cuerpo. A esto habría que agregar la gran cantidad de
animales ponzoñozos que pululan en la isla, tales como
serpientes cascabel, rayas y tembladores, jejenes, pulgas e insectos de todas
clases, incluido el terrible "chipo" o "chupón" (Rodnius
Prolixus) agente transmisor de la tripanomiasis, el hasta ahora incurable mal
de Chagas. (Catala, 1969, p. 113 - 114)
Catala J. (1969). La Denuncia, crímenes y torturas en el régimen de Marcos Pérez Jiménez. Caracas, Venezuela.
Catala J. (1969). La Denuncia, crímenes y torturas en el régimen de Marcos Pérez Jiménez. Caracas, Venezuela.
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